Debería admitir que tengo
miedo. Que me invade esa sensación de estar a punto de rozar algo con la punta
de los dedos que sin embargo no llego nunca a tocar. Ver que tienes muy cerca
algo que deseas, cuando aparecen de repente varios muros para impedir que lo
consigas. Pero no puedes hacer nada, tienes que esperar. Esperar a que uno a
uno caigan esos muros que impiden que llegues a la meta, aunque la experiencia
me dice que por regla general, alguno de esos muros continúa estando de pie, y
pasas de rozarlo con los dedos a tenerlo a más de 800 Km.
En apenas dos meses tengo
miedo de no alcanzar dos cosas importantes en mi vida. Una, es un sueño por el
que me ha costado luchar y necesito que salga bien. La otra es una persona que
ha sufrido mucho para llegar hasta aquí, y solo aparecen piedras en su camino…
El fútbol y quienes lo
hacen posible, forman parte de mi vida. Puede parecer exagerado, pero siempre
que he necesitado olvidarme de algo, el fútbol ha estado ahí, más en concreto
el Real Zaragoza.
Desde que era pequeñita y vi
a un muchacho vestido de azul celeste entre otros diez vestidos de azul y
blanco, diferente a los demás, con unos guantes que cubrían sus manos… Desde
que vi a César Laínez jugar, no puedo evitar fijarme en los porteros. Lo vi
sacando una mano imposible a un balón que iba directo a la escuadra, contra el
Numancia de Soria. Desde entonces esa imagen me persigue cada vez que entro en
la Romareda, es mi primer recuerdo dentro de ella y cada vez que miro una
portería siento exactamente lo mismo que sentí cuando vi que el balón chocaba
en la mano de César e iba fuera. No miento si digo que lo que más me gusta del
fútbol es oír el sonido del balón cuando choca en los guantes del portero…
A menudo son criticados,
otras veces alabados… Con ellos no hay punto medio, o son héroes o villanos.
Siempre ha sido más fácil
admirar al que mete la pelota que al que la saca. No se piensa que son los
porteros los que se dejan la garganta pidiendo orden, los que te gritan desde
atrás para que todo funcione, los que salvan ellos solos sin la ayuda de nadie
esos goles que medio estadio ya está cantando.
Yo admiro a los porteros, a
todos. Su profesión. Esa persona que vive en “solitario” un juego de equipo,
los sacrificados. Los de los grandes reflejos…
Mi ídolo no es un portero,
es una grandísima persona que ha peleado muy fuerte por cumplir un sueño y por
vivir de lo que ama. Es un luchador que pelea a cada momento por ser mejor, por
estar donde merece, pero nunca pasando por encima de nadie. Su profesión es
hacer feliz a los demás y colocarle una sonrisa al mundo, su hobby es ser
portero.
No lo admiraría si creyera
que no es un modelo a seguir. Si queréis aprender a pelear por vuestros sueños,
fijaros en él. Sin quererlo me animó a intentar cumplir el mío. Siempre hay que
pelar.
“Esto es una carrera de fondo, y al final no llegan
los más rápidos sino los más resistentes” por eso sé que una vez más lo va a
conseguir, tiene que ser así porque de vez en cuando la vida es justa, y el se
merece ya esta recompensa.
Toni es de primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario